Ocupaci�n romana
(206 a.C. - siglo V)
Tras la Segunda Guerra P�nica entre el 218 a.C. y el 201 a.C., se puede
considerar la Pen�nsula Ib�rica sometida al poder de Roma, como nuestras
ciudades ACINIPO Y ARUNDA
La campa�a de ocupaci�n, tras la expulsi�n cartaginesa, fue r�pida. Ronda
quedo dentro de la provincia llamada Hispania Ulterior Baetica
administrativamente depender�a de los conventos gaditanos o hispalenses y se
convierte en n�cleo de comunicaci�n entre las dos partes de Andaluc�a.
ACINIPO alcanzar�a su esplendor, lo que permiti� que se llegase a acu�ar
moneda. En ella se representaba el racimo de uvas y hojas de parra ,producto
preponderante de la zona, hablamos de la “TIERRA DE VINOS”,seg�n traducci�n
del nombre. Tras la victoria de C�sar sobre Pompeyo, alcanzar�a el t�tulo de
ciudad, siendo elevada a la categor�a de Municipio, por lo que sus vecinos
adquirieron el derecho de regirse por sus propias leyes.
La ciudad de Ronda fue fundada por los romanos, concretamente por Escipi�n,
que edific� un castillo, sede de la Orden Militar Arundensis. Su nombre
primitivo fue Arunda, y m�s tarde Laurus, seg�n parece por derivaci�n de
Laurel, nombre del castillo a cuyos pies se construy� el primer
asentamiento.
En el 195 a.C., los romanos dividen el territorio ib�rico en dos zonas: la
Hispania Citerior y la Hispania Ulterior.
Posteriormente se divide en tres provincias:
B�tica, Tarraconense y
Lusitania, organizaci�n que perdur� hasta el Bajo Imperio. Estrab�n, en
�poca de Augusto, da referencia del cultivo de la vid y de la exportaci�n de
vinos originarios de Turdetania. Pero ser�an sobre todo Plinio y Columela
(nacido en la zona gaditana) quienes procurar�an referencias m�s expl�citas
del vino y la vid en �poca imperial. Hacen referencia a un tipo de uva ,la coccolobin, que parece ser una variedad de claro origen ib�rico, lo cual
corrobora una vez m�s la existencia de una viticultura ind�gena.
En �poca de Cal�gula, Filipo de Thesal�nica, dice que los vinos hispanos son
agrios, Ovidio se burla de ellos, y hasta el mismo Juvenal, aunque
refiri�ndose al vino de Sagunto tambi�n se mofa de los vinos hispanos. Puede
ser, sin embargo, que existiesen diferencias entre los distintos vinos y que
algunos fuesen m�s apreciados que otros
El proceso de romanizaci�n entendido como la incorporaci�n de la lengua, las
costumbres y la econom�a romana se inici� aproximadamente hacia el 110 a.C.
y durar�a con toda su fuerza hasta mediados del siglo III. Se calcula una
poblaci�n de unas 3.000 personas para ACINIPO.
Dicho proceso fue tan intenso que tres hispanos: Trajano, Adriano y Teodosio
fueron emperadores de Roma, y personajes destacados como el fil�sofo S�neca
o los poetas Marcial y Lucano tambi�n proven�an de Hispania.
Los vinos romanos , al parecer, ten�an extraordinarias propiedades para la
conservaci�n. Este dato por s� s�lo sugiere su gran calidad. Las grandes
cosechas eran comentadas e incluso bebidas durante m�s tiempo del que parece
posible; el famoso vino Optidiano era consumido incluso 125 a�os despu�s de
su elaboraci�n. Los romanos pose�an todo lo necesario para envejecer el
vino. No se ve�an limitados, como les suced�a a los griegos, a las �nforas
de barro, aunque tambi�n ellos las utilizaban, sino que ten�an barricas y
botellas de cristal muy parecidas a las actuales. Es razonable suponer que
aquellos habitantes de Acinipo beb�an un vino bastante parecido al actual:
joven y elaborado con m�todos rudimentarios; seco o fuerte, seg�n se diera
el a�o. El sistema romano de cultivo de las vides todav�a se practica.
Plinio relataba que los legionarios romanos llevaban varas de vid en sus
equipos de campa�a, que iban implantando progresivamente en los lugares
conquistados.
Y es que los romanos -herederos del saber griego sobre el vino- le agregaron
az�car para aumentar su alcohol, establecieron el uso de la poda, el
refinamiento en el proceso de fermentaci�n. El primer mosto que se obten�a
se utilizaba para la preparaci�n del 'mulsum', para lo que se mezclaba con
miel y se dejaba envejecer para servirlo como aperitivo. El resto del mosto
se dejaba fermentar en inmensas tinajas llamadas 'deoliae'. Una vez
fermentado, este vino se clarificaba con ceniza, arcilla, polvo de m�rmol,
resina, pez y tambi�n, como los griegos, con agua de mar. Se envasaba en
�nforas de barro, se le inscrib�a el a�o de la cosecha, caracter�sticas y se
dejaba envejecer en las habitaciones altas de la casa cerca de las
chimeneas.
Los vinos de la Turdetania -b�tica occidental- llegaron a rivalizar con los
m�s famosos vinos de la antig�edad , corroborado por algunos yacimientos
arqueol�gicos submarinos donde se encontraron �nforas en las que estaba
inscrita la denominaci�n de 'vinus gaditanus' de la que form�bamos parte.
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